Mis palabras de hijo difícilmente dirán algo a un corazón de mí tan diferente. Sólo tú en el mundo sabes de mi corazón lo que siempre fue, antes de cualquier amor. Por eso tengo que decirte: germina mi angustia en el seno de tu gracia.
Eres insustituible. Por eso está condenada a la soledad la vida que me diste. Y no quiero estar solo. Tengo un hambre infinita de amor, del amor de cuerpos sin alma.
Eres insustituible. Por eso está condenada a la soledad la vida que me diste. Y no quiero estar solo. Tengo un hambre infinita de amor, del amor de cuerpos sin alma.
Porque el alma está en ti, eres tú, pero tú eres mi madre y tu amor es mi esclavitud: esclava fue mi infancia de este sentimiento alto, irremediable, de inmenso compromiso. Era la única manera de sentir la vida, la única tinta, la única forma.
Ahora se acabó. Sobrevivimos: y es la confusión de una vida recreada al margen de la razón. Te lo suplico, ay, te lo suplico, no quieras morir. Estoy aquí, solo contigo, en un futuro abril…
Súplica a mi madre, PIER PAOLO PASOLINI
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